El vacío en nuestros corazones
Débora: ¿Has estado buscando algo para completar lo que falta en tu corazón? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Tuve que aprender a las malas, y he tenido que seguir aprendiendo, que las cosas o las personas que no son Cristo, no pueden llenar los lugares vacíos de mi corazón. No pueden. Todas me decepcionarán. Si busco personas o cosas que me satisfagan, me estoy exponiendo a la desilusión.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «En Busca de Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 27 de septiembre de 2024.
Dios nos da comida para satisfacer nuestra hambre física, pero a veces comemos no porque tengamos hambre física, sino porque tenemos una necesidad emocional. ¿Has estado ahí? ¿Por qué lo hacemos? Nancy nos va a dar algunas ideas en esta serie clásica titulada: «Cómo saciar nuestra sed». …
Débora: ¿Has estado buscando algo para completar lo que falta en tu corazón? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Tuve que aprender a las malas, y he tenido que seguir aprendiendo, que las cosas o las personas que no son Cristo, no pueden llenar los lugares vacíos de mi corazón. No pueden. Todas me decepcionarán. Si busco personas o cosas que me satisfagan, me estoy exponiendo a la desilusión.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «En Busca de Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 27 de septiembre de 2024.
Dios nos da comida para satisfacer nuestra hambre física, pero a veces comemos no porque tengamos hambre física, sino porque tenemos una necesidad emocional. ¿Has estado ahí? ¿Por qué lo hacemos? Nancy nos va a dar algunas ideas en esta serie clásica titulada: «Cómo saciar nuestra sed». Ella grabó esta serie a principios de la década del 2000, pero las verdades que contiene son igual de relevantes hoy en día.
Nos hemos estado enfocando en el capítulo 4 de Juan, donde la mujer Samaritana tuvo un encuentro con Cristo en el pozo cuando ella salió para sacar agua. Permíteme leer una parte del pasaje para continuar con el episodio del día de hoy. Comenzaré en el versículo 7:
«Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”. Pues Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
Entonces la mujer samaritana le dijo: “¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos).
Jesús le respondió: “Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva”».
Ahora salto al versículo 13:
«Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna”» (vv. 7-10, 13-14).
Aquí está Nancy para comenzar con el mensaje de hoy.
Nancy: El matemático y filósofo Francés Blaise Pascal dijo hace muchos años que hay un vacío en forma de Dios dentro de cada uno de nuestros corazones. Es un agujero enorme del tamaño de Dios. Pascal dijo que ese vacío dentro de nosotros no puede ser llenado por ninguna cosa creada, sino solamente por Dios el Creador. El agujero en nuestros corazones, la sed en nuestros corazones, el hambre en nuestros corazones tiene el tamaño y la forma de Dios.
Todos tenemos sed, todos tenemos hambre, pero hemos tratado de saciar nuestra sed en los lugares equivocados cuando esa sed realmente es de Dios. Él es a quien anhelamos y por eso el salmista dijo: «Oh Dios… mi alma tiene sed de Ti» (Salmo 63:1). El problema es que tratamos de saciar nuestra sed con cosas, lugares, personas y circunstancias que no son Dios.
Y ya hemos dicho que, si queremos saciar nuestra sed, primero debemos llegar al punto en que admitamos que tenemos sed.
Durante la última semana y media hemos estado estudiando a la mujer samaritana que se encontró con Cristo en el pueblo de Samaria. Cristo guio a esa mujer a través de una conversación para ayudarla a darse cuenta de que tenía una necesidad más profunda y mayor que su necesidad de agua, razón por la cual ella fue al pozo en primer lugar.
Pero Él quería que ella se diera cuenta de que tenía anhelos internos para los que nunca había encontrado satisfacción porque había estado buscando en los lugares equivocados. Esta mujer tuvo que llegar al lugar donde reconoció que tenía sed y que estaba necesitada.
Y antes hablamos de que si queremos saciar nuestra sed, tenemos que llegar al punto en que reconocemos que tenemos sed yque tenemos un lugar vacío en nuestro corazón que este mundo no puede satisfacer.
También hemos dicho que debemos identificar los pozos a los que hemos ido en un intento de satisfacer nuestras necesidades. ¿Cuáles son las cosas que hemos estado buscando para satisfacer nuestra sed? Yo misma sé mucho sobre esos pozos. Diría que los tres pozos a los que más he acudido no son inusuales. Pienso que probablemente hay otras personas escuchando que tienen estos mismos pozos.
Una de las cosas a las que suelo recurrir es la comida. Esta ha sido una gran lucha para mí y creo que todo se remonta al capítulo tres de Génesis (Génesis 3:6) con la mujer allí en el Jardín. ¿Cuál fue el primer pecado? Fue el comer algo que Dios dijo que no comiera pensando que saciaría una necesidad que ella tenía en su corazón y que Dios pretendía satisfacer de otra manera.
En última instancia, todo pecado es tratar de satisfacer necesidades legítimas de maneras que Dios ha dicho que no son legítimas. La necesidad es legítima, pero la forma en que tratamos de satisfacerla está fuera de los límites de Dios. Pienso que e l hecho de que Eva haya luchado con este problema de la comida es quizás una explicación de por qué muchas de nosotras, como mujeres, buscamos la comida para satisfacernos de formas que no son físicas.
Muchas veces no comemos porque tengamos hambre. Y para algunas el pozo no es el comer en sí, y para otras el pozo es no comer. Realmente estamos tratando de satisfacer las necesidades emocionales y espirituales desde lo más profundo de nuestro ser. Ese ha sido un gran pozo para mí.
Otro pozo para mí ha sido buscar aprobación, afirmación y elogios de otras personas. Soy la primogénita por excelencia, la primera de siete hermanos. Soy una persona complaciente, es decir, quiero hacerlo todo bien. Soy una de las estudiantes más dóciles y complacientes que un profesor pudo haber tenido en las aulas de la escuela mientras crecía. Yo pensaba que era la favorita de los profesores porque me encantaba estudiar; me encantaban los profesores.
Parte de eso era un impulso profundamente arraigado por satisfacer los anhelos de aprobación, de modo que donde el ser humano se convirtió para mí en un ídolo fue al buscar la aprobación de las autoridades, la aprobación de las personas a las que quería influir e impresionar. Eso se convirtió para mí en un pozo. Y hasta el día de hoy, tengo que cuidarme de este ídolo de mi corazón: ver a las personas que respeto para que me confirmen que lo estoy haciendo bien.
Hay otro pozo relacionado a mí y es uno con el que pienso que luchamos la mayoría de las mujeres. Es el tema de las relaciones: buscar amistades, compañerismo, personas que nos ayuden a no sentirnos solas. Y lo que realmente estamos diciendo es: «Hay un vacío en mi corazón y esta persona puede llenar ese vacío». Así que nos esforzamos para acercarnos a las personas, nos esforzamos para que entren en nuestras vidas, pero descubrimos que el vacío, el agujero, es más grande que esa persona.
El agujero es más grande que todas nuestras amistades y familiares juntos. Ellos no pueden satisfacer. Así que mientras buscamos saciar nuestra sed, algo de lo que debemos darnos cuenta es de la absoluta inutilidad de buscar saciar nuestra sed en cualquier cosa o cualquier persona que no sea Cristo. No funcionará. El Señor ha trabajado mucho en mi vida para que yo pudiera abrir mis manos cerradas que se aferraban tan fuertemente a algunos de estos ídolos humanos en mi vida.
Y creo que para mí el verdadero punto de inflexión en este asunto de los pozos y de dónde saciar mi sed ocurrió hace años, cuando en el transcurso de varios meses perdí, por diferentes circunstancias, a tres de las personas más cercanas en mi vida.
Uno de ellos murió; otra era una viuda que se volvió a casar y se mudó. Y la otra, por otra serie de circunstancias, desapareció geográficamente de mi vida. Si me hubieras preguntado antes de ese momento: «¿Eres una “dadora” o una “receptora” en las relaciones?», yo habría dicho: «Creo que soy dadora». Podría haberte señalado muchas maneras en las que daba en mis relaciones.
Pero cuando esas personas fueron quitadas de mi vida, me sentí devastada. Mi mundo simplemente se vino abajo y me di cuenta de que había estado recurriendo a esas y otras personas para satisfacer las necesidades de mi vida. Así que no era tanto una dadora, sino una receptora. Estaba usando a las personas para llenar un lugar en mi vida que era para Dios. Las personas se habían convertido en ídolos en mi vida y yo las estaba adorando, estaba esperando que me llenaran completamente.
Cuando me las quitaron me di cuenta de que me sentía muy insegura. No me quedaba nada a qué aferrarme. Tuve que aprender a las malas, y he tenido que seguir aprendiendo que las cosas y las personas que no son Jesús no pueden llenar los lugares vacíos de mi corazón. No pueden. Todas me decepcionarán. Las cosas pueden ser quemadas, pueden ser robadas, se pueden perder. Las personas mueren, fallan, se alejan. Si busco personas o cosas que me satisfagan, me estoy exponiendo a la desilusión.
En ese momento confesé: «Oh, Señor, veo que soy una idólatra. He buscado a personas para llenar esos espacios vacíos de mi corazón». Me arrepentí, le dije: «Señor, por favor, ayúdame a nunca recurrir a nada ni a nadie más que a Ti para que, en última instancia, Tú seas mi fuente de vida». Y le he seguido pidiendo al Señor que me lo recuerde cuando vuelva a estar en ese punto en el que estoy buscando a personas para llenar un espacio que Dios tiene la intención de llenar. Y Él ha sido tan fiel en hacer eso.
Tal vez estás sentada ahí pensando: Bueno, ¿ya no tienes amigas? Pero, ¿sabes qué? Ahora tengo muchas más amigas y amistades más sanas que en aquel entonces. ¿Sabes por qué? Porque no estoy en esas relaciones para recibir, sino para dar. Dios me ha liberado para realmente poder amar a otras personas.
¿Ahora hago esto perfectamente? No. Pero Dios ha hecho un importante cambio de enfoque y forma de pensar en mi vida hasta el punto en el que me doy cuenta de que estoy en estas relaciones para ser una persona que ama, una servidora, una dadora. Así que, si esa persona muere, se muda a otro lugar, o falla de alguna manera, todavía la puedo amar. No espero que esa persona satisfaga mis necesidades. Lo que estoy haciendo es beber profundamente de la fuente de agua viva, de Cristo mismo. Y a medida que Él llena mi copa, hay un desbordamiento para que yo pueda dar a otros.
Sabes, una de las cosas que Dios me enseñó durante ese período de tiempo fue que la decepción, la soledad y la pérdida son en realidad una bendición. Quizás no hubieras terminado la frase así, si te hubiera pedido que llenaras ese espacio en blanco. La decepción, la soledad y la pérdida… ¿son una bendición? Bueno, me di cuenta de que realmente lo son. ¿Sabes por qué? Porque me obligaron a mirar hacia arriba para satisfacer mis necesidades.
Deuteronomio capítulo 8, versículo 3, dice que Dios permitió que Su pueblo pasara hambre para que descubriera que es la Palabra de Dios la que verdaderamente satisface de una manera perdurable, y para que sus corazones se desligaran de las cosas de este mundo y se apegaran más a las cosas celestiales. El salmista lo dijo así en el Salmo 142:
«Mira a la derecha, y ve,
porque no hay quien me tome en cuenta;
no hay refugio para mí;
no hay quien cuide de mi alma.
A ti he clamado, Señor;
dije: «Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes”» (vv. 4-5).
Alguien dijo que nunca sabrás que Cristo es todo lo que necesitas hasta que Él sea todo lo que tienes. Cuando Él sea todo lo que tienes, descubrirás que Él realmente es todo lo que necesitas.
¿Estás enfrentando alguna desilusión en tu vida? ¿Alguna pérdida de amistad? Tal vez te acabas de mudar y has dejado atrás a tus hijos, y no me refiero a tus hijos pequeños, sino a tus hijos adultos. O has dejado atrás a amigos cercanos que has tenido durante muchos años y ahora te encuentras en esta nueva situación.
Quizás sea tu esposo quien te ha decepcionado. Y no solo no ha cumplido con tus expectativas, sino que tal vez no ha demostrado ser un esposo adecuado en absoluto. Quizás sea un pastor o un líder cristiano quien te decepcionó. Un consejero, alguien de quien esperabas más y luego descubriste que tenía pies de barro.
Tal vez sufriste una pérdida. Hoy escuché de una mujer que ha estado asistiendo a estas sesiones y tuvo un aborto involuntario durante la última semana. Esa es una pérdida, una gran pérdida. La decepción, la soledad y la pérdida pueden convertirse en una bendición si permito que esa decepción y esa pérdida me hagan mirar hacia arriba para satisfacer mis necesidades, para decir: «Oh, Señor, ¿a quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti, a nada ni a nadie deseo en la tierra».
Entonces, ¿podrías decir en este momento: «Gracias, Señor. Gracias por la soledad. Gracias por la pérdida. Gracias por la desilusión. Porque al quitarme estas cosas de mis manos, ahora me veo obligada a volverme a Ti para satisfacer mis necesidades de una manera que nadie ni nada más podría haberlo hecho de todos modos»? Es en Su misericordia y Su amor que Dios quita de nuestras manos aquellas cosas y personas que hemos estado buscando para satisfacernos y así llenarnos de Él mismo.
Gracias Padre, por el tesoro, las riquezas que tenemos en Ti. Perdónanos, perdóname por recurrir tantas veces a experiencias, cosas, circunstancias y personas para satisfacer los anhelos más profundos de mi corazón. Perdóname por mi idolatría.
Gracias por darnos el regalo del arrepentimiento. Gracias por esas experiencias que me hicieron recurrir a Ti de una manera completamente nueva y me liberaron para disfrutar las bendiciones que traes a mi vida y no mirarlas para llenar mi copa. Gracias por la increíble manera en que Tú me llenas de Ti mismo. Te doy gracias, en el nombre de Jesús, Amén.
Débora: Esa fue Nancy DeMoss Wolgemuth recordándonos que la única fuente que puede saciar nuestras almas es Cristo.
Este mensaje fue transmitido por primera vez en Revive Our Hearts hace más de veinte años, pero no importa cuánto pase el tiempo, la verdad de la Palabra de Dios nunca cambia. Las mujeres de todo el mundo todavía buscan satisfacción y necesitamos ese recordatorio de volvernos a Cristo, ya que Él es todo lo que necesitamos.
Nancy mencionó que a menudo se siente tentada a recurrir a la comida en busca de satisfacción. Sabemos, por la Biblia, que la comida es un buen regalo de Dios, pero también puede convertirse en un ídolo.
Erin Davis escribió sobre estos dos lados de la comida en nuestro blog Mujer Verdadera. Vamos a escuchar sobre cómo la comida puede ser un regalo. . . y cómo puede tentarnos a la idolatría. Escuchemos:
Lucía: Bien, necesitamos profundizar más en este tema, porque sé que mientras compartías abierta y honestamente, eso generó diversos sentimientos en muchas de nosotras. Así que Erin, me gustaría saber, ¿cómo ha sido la comida una fuente de vergüenza en tu propia vida? ¿Podrías ser muy sincera con nosotras al respecto?
Erin: Absolutamente. Sí, tuve un trastorno alimenticio en la universidad, por lo que estar en un pódcast hablando sobre la belleza de la comida es una muestra de que soy un vivo testimonio de la gracia de Dios. Para ser honesta, estaba extremadamente delgada, irreconocible en comparación con la persona que soy ahora. La comida me controlaba completamente, todo el día, todos los días. No era una bendición; la comida se había convertido en mi enemiga. Tenía que esforzarme constantemente para mantenerme en ese estado.
La gente lo notó. En el apogeo de mi trastorno alimenticio, varias personas, como mi mamá y algunos miembros de la iglesia, se acercaron a mí y me dijeron: «¿Estás bien? ¡Estás muy delgada!». A menudo respondía a personas sabias y piadosas: «No existe la delgadez excesiva». Estaba absolutamente convencida de que eso era cierto.
Lucía: ¡Wow!
Erin: Si crees que la delgadez no importa, entonces la comida deja de ser una evidencia del amor de Dios por ti. Es necesario luchar contra esa idea. He recorrido un largo camino desde entonces, aunque no hace tanto tiempo. Creo que esta es una lucha común para muchas de nosotras.
Lucía: Definitivamente lo es.
Erin: Sabes, vi a mi mamá hacer dieta. Observé a mi abuela y a mis tías hacer lo mismo. Creo que simplemente hemos estado transmitiendo esta relación con la comida basada más en el miedo que en las bendiciones.
Ni siquiera está todo en mi pasado. Todavía hay momentos en los que mi relación con la comida se siente tensa y necesito ejercer dominio propio. No estoy diciendo: «¡Cómete toda la bandeja de rollos de canela, porque Dios te los dio!». No. Eso no es lo que vemos en las Escrituras. Como en cualquier otra área de nuestras vidas, es necesario caminar en el Espíritu, pero Él nos da libertad.
Lucía: ¿Cuándo fue el punto de quiebre específico en tu relación con la comida, donde sentiste que las cadenas se rompieron y comenzaste a experimentar una verdadera libertad y transformación en este aspecto de tu vida?
Erin: Es el mismo patrón que he tenido durante toda mi vida. Me casé con mi esposo después de aquel período en la universidad, todavía muy delgada y aun luchando con la comida. Mi esposo en ese momento era pastor de jóvenes, y había una niña en el grupo que dijo: «Realmente me encantaría saber cómo sentirme mejor conmigo misma y con mi cuerpo».
Por ella, no por mí, abrí mi Biblia y comencé a estudiar estos temas, algunos de los cuales estamos tratando en esta serie. Y así, las cadenas se cayeron. Eso es lo que hace la Biblia: rompe cadenas. Cristo, a través de Su Palabra, libera. Empecé a tener una visión realmente redimida de la comida y de todo lo que conlleva.
No hubo un momento dramático en el que todo cambió. Ha sido un proceso continuo, semana tras semana, día tras día, año tras año, eligiendo mirar la Palabra de Dios en busca de autoridad y, luego, creer y aplicar lo que Él dice. Siento que el Señor ha roto muchas cadenas y probablemente tenga más por romper, pero Él lo hace a través de Su Palabra.
Lucía: Eso me encanta. Es maravilloso, porque no necesitamos tener la fuerza en nosotras mismas.
Erin: ¡No!
Lucía: Es asombroso tener estas conversaciones porque hablar de estos temas puede ser muy difícil. A veces, simplemente no sabemos por dónde empezar.
Muchas de nosotras miramos a la generación de nuestros padres y vemos el patrón de dietas y el círculo vicioso del yo-yo: «Empiezo bien, luego me desvío y como mucho durante el fin de semana».
Así que, Erin, para la mujer que está escuchando ahora mismo y se siente atrapada en ese ciclo interminable de altibajos, ¿qué palabras de ánimo podrías compartir con ella?
Erin: Primero, le diría que no acepte esto como algo normal. Tenemos esta mentalidad de que es parte de ser mujer: «Todas las mujeres luchan con la alimentación, el peso, la imagen y la identidad corporal. Es parte de la misma ensalada», para usar una metáfora de la comida. Pero no debes conformarte con eso. No aceptes la idea de que vivirás toda tu vida con una relación volátil con la comida, lidiando con esto todos los días.
Cristo nos llamó a la libertad, a la abundancia, y al gozo. Como cristianas, debemos tener corazones felices por todo lo que Dios nos ha dado. Así que, primero que nada, pon una estaca en el suelo y di: «¡No! ¡No más! Ya no quiero vivir de esta manera».
Luego, mira a tu alrededor. Es raro, pero apuesto, a que hay mujeres en tu iglesia o en tu comunidad a las que admiras y piensas: «¿Por qué parece que ella tiene libertad en esto?». Probablemente no sea porque sea la más delgada o la más en forma, sino porque tiene paz en su relación con la comida. Comienza pasando tiempo con ella, porque necesitamos ser reprogramadas.
Ni siquiera entendemos el alcance de todas las tonterías que hemos escuchado sobre la comida, que están goteando en nuestras mentes todo el tiempo y necesitamos ser reprogramadas. Encuentra una guía, una mujer a quien imitar y que tenga un enfoque saludable en esto
Lucía: Bueno, Erin, y tú eres una de esas mujeres. ¡Ya has estado lanzando algunas bombas de verdad y solo estamos en el comienzo!
Erin: ¡Oh, gracias! Ese es mi ruido de bomba.
Lucía: En algún momento me mencionaste que la comida es una misionera para dar a conocer quién es Dios, eso realmente me hizo detenerme y reflexionar, porque nunca había pensado en la comida de esa manera antes.
Hablaste extensamente sobre cómo la comida es una bendición. ¿Podrías desarrollar un poco más sobre eso? Creo que esta idea podría ser reveladora para muchas de nosotras, porque nos detuvo y nos hizo pensar: «¿La comida como misionera? ¿Qué significa eso exactamente?».
Erin: Bueno, eso realmente viene de Romanos 1, uno de mis pasajes favoritos. Sé que digo eso de muchos pasajes, pero en realidad, Romanos 1 es muy importante para mí. Este capítulo nos enseña que la naturaleza invisible de Dios se puede ver claramente en lo que Él ha creado.
Lo he expresado de otra manera antes; he dicho que la creación es el primer misionero de Dios. Significa que cuando salimos y miramos el mundo, podemos decir: «Yo no hice las estrellas, ni planté ese roble. Hay alguien, algo más grande que yo», y al menos sabemos que hay un Creador. Pero creo que va más allá de eso, y ¿sabes qué? Cada arándano que ves, Dios lo creó.
Tengo este huerto de moras en mi pequeña granja que es mi orgullo y alegría. Lo he trabajado y cultivado con esmero. No estoy bromeando, en verano obtenemos moras del tamaño de mi pulgar.
Lucía: ¡Oh!
Erin: Entonces, es algo del verano: «¡Oh, están floreciendo! ¡Son rojas! ¡Son negras!». Luego tenemos la mejor cosecha de arándanos del año. ¿Pero quién creó eso? El Señor lo hizo.
Realmente no es una exageración decir que cuando los arándanos están maduros, sé que Dios es bueno, que es poderoso, que es un creador y que me ama. Ese parche de arándanos es un regalo especial para mí (y para quien quiera compartirlo).
A eso me refiero cuando digo que la comida puede ser un misionero. Si elegimos recibir la comida como un regalo, que creo es lo que vemos en las Escrituras, podemos experimentar una gratitud que nos recuerda la bondad de Dios: «Él me ama, me da cosas buenas, me sostiene y me provee». La comida es tan fácilmente accesible para nosotras en la era moderna que creo que perdemos un poco la conciencia de nuestra dependencia diaria de Dios para alimentarnos, y es lo que Él hace.
Entonces, creo que los alimentos pueden ser misioneros o mensajeros para mostrarnos quién es Dios y recordarnos que Él nos ama lo suficiente como para darnos cosas tan maravillosas como esos enormes arándanos.
Lucía: Esa perspectiva es muy liberadora. Me identifico con lo que compartes. Personalmente, tiendo a querer controlar esta área de mi vida, y considerar la comida como algo bueno y un misionero puede parecer bastante extraño.
Sé que a través de tu devocional, del cual evidentemente estamos hablando, nos ayudarás con esto. Pero cuando se trata de todo este concepto de control, a veces escuchamos tus palabras y pensamos: «Sí, suena bien, pero siento que todavía tengo los puños cerrados. No estoy lista para soltar el control en esta área». Erin, ¿cómo puedes orientarnos? ¡Nuestras manos están cerradas, Erin!
Erin: Me estás llevando de regreso a mi recuperación de ese trastorno alimenticio. Sé que no todas las mujeres tienen un trastorno alimenticio diagnosticado, pero creo que muchas de nosotras tenemos relaciones desordenadas con la comida. Lo que tuve que aprender al salir de eso es que, no, la comida es buena. La comida no es mala. No es algo con lo que debemos estar constantemente luchando o controlando; ante todo, es un regalo.
Ahora bien, no se detiene ahí. ¿Es esta un área donde necesitamos dominio propio? Absolutamente. ¿Es esta un área donde nuestra nutrición se refleja en la forma en que nos comportamos y en cómo nos sentimos? Sin duda. No estoy diciendo simplemente: «¡Ingiere todos los alimentos todo el tiempo y celébralo!». Eso es hacer oscilar el péndulo demasiado en la otra dirección.
Pero si pudiéramos comenzar con la simple verdad de que «la comida es buena y la comida es de Dios», o «Dios es bueno y la comida es de Dios», eso realmente nos encaminaría al camino de renunciar al control, porque entonces queremos administrar algo que se nos ha dado.
Eso es cierto para todo tipo de cosas. El matrimonio es bueno, es un regalo, pero si intento controlarlo, se vuelve insostenible. El dinero y los recursos son buenos, son regalos de Dios, pero si intento hipercontrolar cada centavo, se vuelve obsesivo.
Simplemente, ese punto de partida de «Dios es bueno, Dios me ha dado esto bueno», nos hace pasar de los puños cerrados a las manos abiertas, porque entonces queremos ser buenos mayordomos en el huerto de arándanos que el Señor nos ha dado.
Débora: Esa fue Erin Davis del pódcast The Deep Well. Si te gustaría escuchar más a Erin hablando sobre este tema, quiero animarte a escuchar la serie «Ayuno y banquete». En esta serie, Dannah Gresh conversó con Erin Davis sobre este tema.
Y nuevamente, no queremos dejar de dar gracias a todas aquellas oyentes que nos ayudan a seguir llegando a mujeres de todo el mundo con el mensaje de encontrar satisfacción solo en Jesús. Cuando haces una donación de cualquier monto a este ministerio, eres parte de algo extraordinario: ayudar a las mujeres a encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo. ¡Muchas gracias por tu apoyo financiero y por tus oraciones!
Bien, solo hay una manera de satisfacer ese anhelo, esa sed que llevamos dentro. Profundizaremos en esto en el próximo episodio en el cual Nancy concluye la serie: «Cómo saciar nuestra sed». Te esperamos el lunes aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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