Conoce a Lisa Dudley
Débora: Lisa Dudley entiende el dolor de pasar por un aborto a nivel personal.
Lisa Dudley: Muchas mujeres llegan al punto en que ya no quieren vivir más. Es difícil vivir contigo misma cuando le has quitado la vida a tu propio hijo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: el corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de agosto de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hace algunos años, tuve el privilegio de asistir a un banquete organizado por la Fundación Justicia en la ciudad de Dallas, en Texas. Escuché algunas historias notables y conocí a personas increíbles que participan activamente en la defensa y la elección de la vida.
Escuché algunos testimonios hermosos de mujeres que en el pasado no eligieron la vida, y cómo Dios las ha redimido de la destrucción y ahora le son …
Débora: Lisa Dudley entiende el dolor de pasar por un aborto a nivel personal.
Lisa Dudley: Muchas mujeres llegan al punto en que ya no quieren vivir más. Es difícil vivir contigo misma cuando le has quitado la vida a tu propio hijo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: el corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de agosto de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hace algunos años, tuve el privilegio de asistir a un banquete organizado por la Fundación Justicia en la ciudad de Dallas, en Texas. Escuché algunas historias notables y conocí a personas increíbles que participan activamente en la defensa y la elección de la vida.
Escuché algunos testimonios hermosos de mujeres que en el pasado no eligieron la vida, y cómo Dios las ha redimido de la destrucción y ahora le son útiles para llamar a otras mujeres a decidir por la vida. Lisa Dudley era una de esas mujeres y me senté para conversar con ella.
Lisa, gracias por tomarte el tiempo en medio de esta ajetreada conferencia. Sé que tienes muchas reuniones y otras cosas en proceso y compartes tu historia en diferentes escenarios. Es un placer darte la bienvenida a Aviva Nuestros Corazones.
Lisa: Oh, gracias, Nancy, muchas gracias por invitarme. Agradezco la oportunidad de poder compartir.
Nancy: Lisa, he conocido a muchas mujeres amigas tuyas que participan en un programa llamado Operation Outcry (Operación Clamor, en español), donde las mujeres cuentan sus historias sobre las devastadoras consecuencias del aborto.
Ellas han tomado una decisión y dicen: «Ya no vamos a mantener esto en secreto. No vamos a encubrir esto. Vamos a dejar que Dios use incluso los fracasos de nuestro pasado como parte de nuestro mensaje de vida».
Eso es parte de hacerlo un proceso redentor. Dios no solo ha redimido tu vida de este pasado, sino que ahora te está usando para tocar y bendecir a otras personas.
Varias de las mujeres que conocimos y con las que hablamos provenían de entornos en los que no conocían al Señor, no tenían familias cristianas, provenían de familias disfuncionales y no es sorprendente que sus vidas tomaran la trayectoria que tomaron. Pero, como hemos conversado tú y yo, creciste en un entorno en el que estuviste expuesta a las cosas del Señor.
Cuéntenos un poco acerca de los antecedentes de tu hogar.
Lisa: Claro que sí. Nací en una familia maravillosa con dos padres piadosos. Estuve en la cuna de la iglesia desde el momento en que se me permitió estar en público después de mi nacimiento y crecí en la iglesia.
Mi madre enseñaba en la escuela dominical y era miembro fundador de la iglesia en la que crecí. Estuve involucrada en todas las actividades mientras crecía, hasta el grupo de jóvenes; realmente una experiencia y una educación maravillosas.
Me casé con un joven que era mi novio en la preparatoria. Tuvo algunos problemas y fue muy abusivo. Nunca había tenido una experiencia como esa en mi vida. Definitivamente, dejó su huella en mí. Esa es la mejor forma en la que puedo describirlo. Cada vez que pasas por ese tipo de abuso, abuso físico y emocional, eso puede cambiarte.
Salí del matrimonio, me divorcié y comencé a tomar malas decisiones.
Nancy: Permíteme detenerte aquí, ¿llegaste a conocer al Señor cuando eras niña?
Lisa: Sí. Le entregué mi vida al Señor cuando tenía ocho años. Recuerdo haber escuchado la voz de Dios cuando tenía tan solo cuatro años.
Nancy: Así que tuviste un tiempo buscando al Señor y caminando con Él.
Lisa: Absolutamente, absolutamente, incluso di clases en la escuela preparatoria. Estuve involucrada con Campus Life. Enseñé en un grupo de estudio bíblico en mi preparatoria. Estaba muy, muy cerca del Señor. Así que este período de tiempo en que me alejé, fue una decisión que tomé de caminar lejos de Él y a tomar malas decisiones.
Así que estaba saliendo con un hombre con quien estuve sexualmente activa sin casarme.
Nancy: Y para ese momento tenías. . .
Lisa: En ese momento yo tenía. . .comencé a salir con él cuando tenía veintidós o veintitrés años.
Nancy: ¿Tus padres sabían en qué tipo de estilo de vida estabas involucrada?
Lisa: No, para nada. Ya no vivía en casa. Yo ya tenía un hijo de mi primer matrimonio. Tenía a mi hijo mayor y vivía por mi cuenta. No tenían idea de lo que estaba pasando en mi vida, pero estaba haciendo cosas que no debería estar haciendo y quedé embarazada cuando tenía veinticuatro años.
Nancy: ¿Entonces les dijiste a tus padres?
Lisa: No, absolutamente no.
Nancy: ¿Qué tan lejos vivías de casa?
Lisa: En la misma ciudad, no muy lejos. Hablaba con ellos. Tenía una relación muy estrecha con ellos, pero no tenían idea de lo que estaba pasando.
Cuando me hice la prueba de embarazo, recuerdo que yo no podía creerlo. Le dije a mi novio, y las primeras palabras que salieron de su boca fueron: «No vas a tener eso, ¿verdad?»
Nancy: «¿Eso?»
Lisa: «Eso». Lo miré y dije: «Bueno, supongo que no».
Nancy: ¿Qué estaba pasando por tu mente?
Lisa: Estaba impactada. Por un lado, creo que sabía que él no quería que esto sucediera, así que no me sorprendió demasiado. Pero, otra parte de mí realmente sentía la necesidad de que él diera un paso al frente y dijera: «Todo va a estar bien. Voy a cuidar de ti y voy a cuidar del bebé».
Creo que todas las mujeres que quedan embarazadas, sin importar si están casadas o no, cuentan con eso. La forma en que Dios lo diseñó en el matrimonio es que tu esposo esté allí para apoyarte y para velar por ti. Por supuesto, yo no tenía eso porque, para empezar, no estaba bien lo que había hecho.
Todos mis amigos me decían: «Lisa, no puedes tener otro hijo tú sola».
Nancy: ¿Alguna vez habías pasado por esto con alguna de tus amigas que se había practicado un aborto?
Lisa: Sí. Cuando estaba en la universidad, tenía varias amigas que habían tenido abortos, pero no querían hablar mucho de eso.
Nancy: Y ahora que estabas en esta situación, te decían que todo estaría bien.
Lisa: Me decían: «Hazte un aborto. Vas a estar bien. Realmente no es un gran problema».
Así que no sentí que tuviera ningún sistema de apoyo. Mis padres. . . Yo estaba tan avergonzada de quedar embarazada fuera del matrimonio. La vergüenza era tan grande por toda mi crianza que estaba aterrorizada de decirles. No sentí que tuviera ninguna opción para hacerlo.
Nancy: ¿Qué pensaste que pasaría?
Lisa: No sé si fue el juicio o el sentimiento de que estarían molestos conmigo por decepcionarlos. Esto fue hace algún tiempo, así que realmente no recuerdo todos los pensamientos que pasaban por mi cabeza. Teníamucho miedo de cómo mis padres tomarían esto debido a quiénes eran y cómo me educaron. Creí que yo sabía más.
Entonces caí en las mentiras. Caí en las mentiras. Cuando comparto mi testimonio públicamente en muchos otros lugares, especialmente en la iglesia, les digo: «Recurrí al aborto para encubrir un pecado anterior». Así que usé un pecado para encubrir el primer pecado que había cometido, que fue tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. No debería haber estado haciendo eso.
Nancy: Sí.
Lisa: Y mis acciones tuvieron consecuencias. Quedé embarazada. Entonces, en lugar de decir: «Está bien, he cometido este error, pero tengo que lidiar con esta consecuencia de la forma en que Dios espera que lo haga», usé el aborto para cubrir ese pecado.
Nancy: Lo que fue una alternativa al arrepentimiento, en lugar de lidiar con tu pecado a la manera de Dios.
Lisa: Sí.
Nancy: Es interesante que punto en el que pecamos, Dios nos da la posibilidad de arrepentirnos y recibir Su gracia. Dios da gracia a los humildes, pero ahí es donde nos enfrentamos con una decisión.
Lisa: No me permití identificarme con el bebé, y la mayoría de las mujeres que van a tener un aborto no lo hacen. No creo que nadie quiera abortar.
Nancy: Como ya habías tenido un hijo, ya sabías que era un niño, si te hubieras detenido a pensar en ello.
Lisa: Sí.
Nancy: Pero no podías permitirte hacer eso.
Lisa: Cuando me practiqué el aborto, tenía ocho semanas de embarazo. Entonces, lo que me dijeron, no solo en el centro de abortos, sino todos mis amigos, fue que si lo haces temprano, está bien. Si lo haces al inicio, está bien.
Creo que eso es lo que quería escuchar porque estaba muy asustada y necesitaba solucionar el problema.
Así que fuimos al centro de abortos, y era como cualquier otro centro al que uno puede entrar. Parecía normal. Pasas por los procedimientos normales de admisión de completar documentos, que, desafortunadamente, no leí muy de cerca.
Luego me llamaron con otras cinco mujeres a una habitación a la que llamaron «consejería». Una mujer nos habló sobre salud reproductiva, anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual, y lo único que nos dijo sobre el aborto fue que es solo una mancha de tejido y es un procedimiento rápido, simple y fácil: «después de veinte minutos usted nunca más tendrá que pensar en ello». Me afirmó: esto no es gran cosa.
Sí, hicieron un ultrasonido, pero no querían dejarme ver la pantalla. Le dije que quería ver. Dije: «¡Por favor! Ya tuve un hijo. Me han hecho ultrasonidos antes. ¿Puedo verlo?»
Ella suspiró y dijo: «Está bien».
Así que volvió a frotar mi estómago con la sonda y presionó algunos botones. Luego gira la pantalla hacia mí y señala un punto blanco en la pantalla. Ella dice: «Eso es todo. Es solo un punto».
Pensé: está bien, puedo hacer esto.
No vi a un bebé, y lo que sé ahora es que ella no me estaba mostrando a mi bebé. No sé qué tenía en la pantalla, pero no me mostró al bebé.
Nancy: Eso solo demuestra nuevamente el engaño en toda esta industria.
Lisa: Muchas mentiras y engaños de principio a fin.
Luego me llevaron a la habitación donde se llevaría a cabo el procedimiento, y aquí es donde fue simplemente increíble. Era diferente a cualquier otra habitación de las instalaciones. Estaba oscuro. Hacía frío. Las ventanas estaban tapadas.
Ella me puso en una mesa de metal, y todos se estaban preparando en la habitación, había varias personas allí. Me puso una mascarilla sobre la cara para administrar un medicamento que se suponía que me relajaría, pero no me relajó. Yo estaba aterrada.
No entraré en todos los detalles sangrientos para sus oyentes, pero puedo decirles que es lo más doloroso que he experimentado en mi vida. Fue simplemente horrible. Fue una pesadilla.
Recuerdo estar acostada en esa mesa, y fue entonces cuando tuve ese momento. Clamé a Dios y le dije: «Por favor, perdóname por lo que estoy haciendo. Lo siento mucho. No puedo creer que esté aquí, que haya llegado a esto».
Cuando me ayudaron a levantarme de la mesa, la sangre se derramó por todo el piso y la enfermera me gritó que estaba haciendo un desastre en su piso. Estaba temblando y estaba débil. Me ayudaron a vestirme y luego me llevaron a otra habitación que llamaron de recuperación.
Esa habitación volvió a ser luminosa como cualquier otro lugar. Había sillones reclinables con bandejas de refrigerios alineados, y había chicas a cada lado, acurrucadas en posición fetal, llorando de dolor.
Recuerdo que tenía mis manos empuñadas y trataba de mantenerme de pie lo más erguida que podía, porque quería que supieran que estaba bien para poder salir de allí. Estaba desesperada por salir.
Recuerdo haber pensado en ese mismo momento: nunca volveré a poner un pie en este lugar.
Cuando salí de las instalaciones de aborto, tenía mucho dolor. Descansé un rato. Ese día había sido deshonesta con mi madre. Ella tenía a mi hijo, él estaba allí, y. . .
Nancy: ¿Qué le dijiste que estabas haciendo ese día?
Lisa: Alguna actividad con mi amiga. No recuerdo exactamente lo que le dije, pero no era la verdad, obviamente.
Estuve fuera todo el día y mi mamá había llamado y quería saber cuándo vendría a recoger a mi hijo y me invitó a cenar. Recuerdo haber pensado: Está bien, todo está bien. Vendré a cenar.
Entonces, a partir de ese momento, fue cuando comencé a usar una máscara que duró años. Tengo una familia muy unida y no tenían idea de que me pasaba algo. Fui a cenar esa noche como si nada hubiera pasado.
Nancy: Wow.
Lisa: La semana siguiente fue cuando comencé una vida que era incluso peor que la que había vivido antes. Estaba en los clubes nocturnos bebiendo. Me ofrecieron drogas. Comencé a probar drogas. Estaba haciendo todo lo que podía para aliviar el dolor que sentía. En ese momento no me di cuenta de que era por el aborto. No creo que haya tenido un pensamiento consciente al respecto. Era algo que solo estaba haciendo.
Nancy: Lisa, mientras he hablado con varias mujeres aquí en esta conferencia de provida, he escuchado esto una y otra y otra vez. Se practicaron el aborto. Obviamente hubo, en la mayoría de los casos, algo de promiscuidad que condujo a eso.
Pero luego lo que acabas de decir lo he escuchado repetirse, me metí en las drogas, en la bebida, en la vida de fiesta y en una mayor promiscuidad. ¿Por qué parece una progresión tan común?
Lisa: Bueno, el aborto mata tu alma, y tu autoestima simplemente se desploma. Llevas tanta culpa. Te estás castigando a ti misma. Me estaba autodestruyendo y no podía detenerme. Quieres adormecer ese dolor que sientes. No sabes qué es ese dolor y no sabes por qué tienes ese dolor, pero estás haciendo todo lo posible para escapar de eso.
Cuando consumes drogas y alcohol, estás fuera de la realidad y no tienes que pasar por ese momento de lidiar con lo que sea que estás cargando, con esa culpa y vergüenza, y la mía fue por el aborto.
Hubo mayor promiscuidad. Mi relación con mi novio terminó casi de inmediato. No pude soportarlo después de eso, y comencé a tomar más malas decisiones. Tuve la gran suerte de no haber vuelto a quedar embarazada en esas circunstancias.
Muchas mujeres que han pasado por un aborto experimentan abortos repetidos porque adoptan un estilo de vida promiscuo que es incluso mayor del que las dejó embarazadas al inicio. Quedan embarazadas de nuevo, y luego se encuentran nuevamente en centros de aborto, y se convierte en un ciclo.
Nancy: Y todo esto está sucediendo y tus padres aún no sabían de tu estilo de vida.
Lisa: No tienen ni idea. No tienen idea de que estoy de fiesta. No tienen idea de que algo anda mal conmigo.
Empecé a sufrir depresión y ataques de pánico, por lo que tuve que tomar medicamentos. Nunca antes había tenido esos problemas. Lo único que no hice fue intentar suicidarme. Nunca fui suicida. Nunca quise quitarme la vida. Muchas mujeres llegan a ese punto en el que ya no quieren vivir. Es difícil vivir contigo mismo cuando le has quitado la vida a tu propio hijo.
Me metí en aguas más profundas y oscuras en las que pude meterme para ocultar mi pecado, para ocultar mi vergüenza y mi culpa, pero todavía estaba conectada. Dios no se olvidó de mí.
Comenzó a arrastrarme hacia Él lentamente. Empecé a dejar de lado algunas de las cosas que no eran buenas en mi vida. Regresé a la iglesia, y finalmente, un día, fue como: «Ya no puedo vivir ese tipo de vida».
Mi maestra de escuela dominical me invitó a asistir a su estudio bíblico y comencé a ir. Fue un estudio bíblico interesante. Ciertamente, podía identificarme con él.
Nancy: ¿Cuáles fueron algunos de los temas? ¿El punto era ayudar a las mujeres que habían pasado por un aborto?
Lisa: Absolutamente.
Nancy: Entonces, ¿qué tipo de temas abordaron?
Lisa: Bueno, primero simplemente lidiando con lo que has hecho e identificando ese pecado, lidiando con los problemas de ira.
Nancy: ¿Necesitabas llamarlo pecado? ¿Necesitabas identificarlo de esa manera?
Lisa: Tienes que admitir que es un pecado. Tienes que confesar que es un pecado. Es la única forma en que se puede redimir.
Nancy: Perdonada y liberada, ¿ese es el estudio?
Lisa: Sí.
Nancy: Hemos recomendado este estudio a mujeres que necesitan lidiar con este problema. ¿Te llevó a Cristo?
Lisa: Absolutamente. Esa es la única forma.
Nancy: Lejos de Cristo realmente no hay forma de lidiar con esos problemas.
Lisa: Es correcto. Y tienes que sacarlo. Para las mujeres que experimentan el aborto, lo internalizas todo y te colapsas. Todo va hacia dentro de ti. Al pasar por ese estudio bíblico, te descargas. Hablas acerca de ello; lo confiesas. Una vez que puedes caminar por los pasos del perdón y recibirlo, ¡entonces serás liberada! Por eso se llama Perdonada y liberada. Ya no eres más esclava de ello.
Nancy: Para ti, en ese estudio, ¿hubo un momento clave que te abrió los ojos, un momento de restauración? ¿O fue más como un proceso de sanidad gradual?
Lisa: Fue gradual. Fue un proceso gradual y todavía estoy sanando hoy. Te das cuenta de que las consecuencias del aborto duran toda la vida. Estoy perdonada y soy libre, pero esas consecuencias siempre estarán ahí. Todavía pienso en esto todo el tiempo. Todos los días lo pienso debido a mi trabajo; es lo que hago con mi vida.
Pero también es una de esas cosas que descubres en el camino. Las personas que experimentan un aborto tienden a bloquear muchas cosas para protegerse.
Nancy: A través de todo este proceso, ¿llegó un punto en el que hablaste con tus padres sobre eso?
Lisa: Sí. Bueno, con mi padre nunca lo hice. Él falleció antes de que comenzara a hablar de esto. Trabajo en la Fundación para la justicia y soy directora de alcance de Operación Clamor. En ese sentido hablo mucho. Hablo mucho en medios de comunicación, en radio y televisión.
Tengo una hija que tenía unos diez años en ese momento. Ella estaba en la escuela y yo no quería interrumpir la escuela, así que aún no lo había compartido con ella.
Pero sabía que Dios iba a empezar a ponerme en un lugar en el que iba a hablar en público, y tendría que compartir. Mi madre era mucho mayor y, sinceramente, esperaba que tal vez ella pudiera continuar con el Señor sin saberlo nunca. Simplemente no quieres causarles ese dolor a tus padres.
El aborto lastima a toda la familia. No solo te afecta a ti. Afecta a todos los miembros de la familia. Realmente quería evitarle eso. Pero terminé compartiendo con ella porque iba a testificar en una audiencia legal y necesitaba que ella entendiera por qué me iba y qué estaba haciendo.
Y yo estaba llorando y le dije: «Lo siento mucho».
Nancy: ¿Y eso fue cara a cara?
Lisa: Cara a cara. Y ella me miró. Ella no estaba llorando, pero sus ojos estaban llenos de lágrimas. Me abrazó y me dijo: «Lisa, ¿no sabes cuánto te amamos tu padre y yo?». Habríamos hecho cualquier cosa para ayudarte y te habríamos ayudado con ese bebé. Lamento mucho que hayas tenido que pasar por eso».
No hubo ninguna de las cosas que pensé que iban a suceder. Ninguno de los «¿Cómo pudiste hacer eso?», ni de las cosas que temía. Fue un momento hermoso. Fue un momento de estrecho vínculo con mi madre. Fue muy, muy bueno. Así que estoy muy agradecida de haberlo compartido con ella antes de que falleciera.
Lo he compartido con mi hija, pero no con mis hijos menores de seis años porque saben lo que hago, pero no lo entienden. No lo entienden exactamente todo. Los sentaré cuando sean mayores y les explicaré.
Es importante especialmente porque hablo públicamente. No se puede hacer eso y no permitir que toda tu familia lo sepa. Necesitan escucharlo de ti. Esto también es una gran parte de la sanidad porque no tienes ese secreto dentro de ti.
Nancy: Hay otro tema importante aquí también, y es cuando nos escondemos, ya sea por el aborto o cualquier otro pecado, eso es orgullo. El orgullo nos mantiene alejados de Dios. Así que caminar con honestidad es una expresión de humildad. ¿Y qué hace Dios con la gente que se humilla? Les da gracia.
Es gracia lo que necesitamos para lidiar con la culpa, la vergüenza, las consecuencias negativas. Lo que no quiere decir, como nos recordaste, que todas las consecuencias van a desaparecer. Pero existe la gracia de Dios que fluye a nuestras vidas cuando estamos dispuestas a humillarnos y exponernos a la luz.
Lisa: Así es. Cuando pienso en todos esos sentimientos de miedo de que la gente sepa, que mi madre sepa, y ver que al final todo estaba bien, eso me hace sentir mejor. Me causa mucho arrepentimiento no haber acudido a ellos al inicio. Ojalá hubiera ido con ellos al principio.
Pero lo bueno que ha resultado de esto es que Dios se ha llevado la parte más oscura de mi vida, lo más doloroso que ha sucedido en mi vida, y lo ha cambiado para siempre.
Cada vez que hablo, le digo a la gente: «Si una sola mujer se libra del dolor que yo he experimentado, si una mujer puede encontrar la sanidad que yo he encontrado, entonces vale la pena. Lo gritaré a los cuatro vientos». Compartiré donde sea que me pidan que lo comparta. Porque cada vez que hablamos y le hacemos saber a la gente que hemos tenido estas experiencias, si ellas también han tenido esa experiencia, piensan: «Oh, pensé que yo era la única».
Nancy: Lisa háblale a esa mujer que está escuchando en este momento que ha crecido en la iglesia como tú, tal vez con padres cristianos, tal vez hasta haya hecho una profesión de fe cuando era niña, luego tomó decisiones equivocadas, se hizo sexualmente activa, quedó embarazada, eligió practicarse un aborto, tuvo miedo, tuvo vergüenza, no se lo ha dicho a nadie. Y te está escuchando contar tu historia. Háblale a ella en este momento.
Lisa: No estás sola. Y Jesús está esperando que vengas a Él con todo esto. Hay esperanza y hay sanidad.
Quiero que sepas que no estás sola. Los sentimientos que has tenido, que has albergado en tu interior, con los que pensaste que habías sufrido sola todo este tiempo, de los que no podías hablar con nadie, yo lo entiendo. Hay cientos y miles de nosotras en esta nación que hemos tenido la misma experiencia, pero hemos pasado por la recuperación del aborto y ya no sufrimos más.
Nancy: ¡Hay esperanza!
Lisa: ¡Hay esperanza! Absolutamente.
Nancy: Esperanza en Cristo.
Débora: Acabas de escuchar a Nancy DeMoss Wolgemuth conversando con Lisa Dudley.
La belleza del perdón y el amor sanador de Dios es algo que tú y yo nunca deberíamos olvidar. Me viene a la mente la palabra «disfrutar». ¡Seamos intencionales en pasar hoy disfrutando de la bondad de Dios!
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