Alabanza por Su salvación
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos dice, si Jesús puede cargar sobre Sus hombros los gobiernos del mundo, ¿crees que puede encargarse de tu problema?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Entonces, cuando veas las noticias, cuando estés lidiando con un miembro rebelde de tu familia, cuando estés lidiando con una situación difícil en tu trabajo o en la iglesia, o donde sea, recuerda: «Mis hombros no son lo suficientemente grandes para esa carga, pero los Suyos sí lo son. ¡Yo no soy lo suficientemente fuerte para soportar esto, pero Él sí lo es!».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El Cielo Gobierna» en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de diciembre de 2024.
Cuando te sientes abrumada, necesitas anclar tu alma a algo, o debería decir a alguien, ¡sólido! En una conferencia de True Woman, una mujer lo expresó de esta manera:
Mujer: Mi ancla …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos dice, si Jesús puede cargar sobre Sus hombros los gobiernos del mundo, ¿crees que puede encargarse de tu problema?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Entonces, cuando veas las noticias, cuando estés lidiando con un miembro rebelde de tu familia, cuando estés lidiando con una situación difícil en tu trabajo o en la iglesia, o donde sea, recuerda: «Mis hombros no son lo suficientemente grandes para esa carga, pero los Suyos sí lo son. ¡Yo no soy lo suficientemente fuerte para soportar esto, pero Él sí lo es!».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El Cielo Gobierna» en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de diciembre de 2024.
Cuando te sientes abrumada, necesitas anclar tu alma a algo, o debería decir a alguien, ¡sólido! En una conferencia de True Woman, una mujer lo expresó de esta manera:
Mujer: Mi ancla se mantiene en el Señor. Entonces, si no fuera por Dios y Su salvación que nos ha dado a través de Su Hijo Jesucristo, ¡mi barca se hubiera hundido! Y por eso, estoy muy agradecida de tener a Dios como mi ancla.
Nancy: ¡Qué gran manera de expresar nuestra dependencia del Señor! Si no fuera por Él, estoy segura de que todas nuestras barcas se hundirían. Hoy, al abrir nuestras Biblias en el Salmo 28, escucharemos cómo el rey David luchó contra ese sentimiento de «hundirse».
Débora: Escuchemos a Nancy continuando con la serie «Promesas, oraciones y perspectiva para el año nuevo».
Nancy: A lo largo de esta semana hemos estado meditando en un salmo de las Escrituras que no es muy familiar, pero sí es hermoso, el Salmo 28. Permíteme animarte a que vayas a tu Biblia mientras comenzamos.
Nuestro objetivo a lo largo de estos días, es ayudarnos a ver la mano de Dios mientras recordamos el año que acabamos de atravesar y que este salmo nos dé esperanza y perspectiva dondequiera que estemos sentadas hoy, sin importar lo que esté sucediendo en nuestras vidas, y también para enfrentar las incógnitas del año que viene.
Así que hemos visto los versículos 1 al 5 del Salmo 28 durante los últimos días. Esta es una oración de David. Lo escuchamos suplicarle a Dios por algún tipo de situación desesperada. Me alegro de que las Escrituras no nos digan exactamente cuál era, porque entonces podríamos pensar: Bueno, en mi caso esto no funcionaría, porque no estoy en esa situación. Dios sabe en qué situación te encuentras. Él sabe en qué situación se encontraba David. Su Palabra siempre puede ayudarnos a saber cómo orar en nuestro momento de necesidad.
Entonces voy a leer desde el versículo 1, del Salmo 28:
«A Ti clamo, oh Señor;
Roca mía, no seas sordo para conmigo,
No sea que si guardas silencio hacia mí,
Venga a ser semejante a los que descienden a la fosa.
Escucha la voz de mis súplicas cuando a Ti pido auxilio;
Cuando levanto mis manos hacia el Lugar Santísimo de Tu santuario» (vv. 1-2).
Y luego, en los versículos 3 al 5, se vuelve un poco más específico, y David le ruega a Dios que responsabilice a los malvados por sus malas acciones. Vimos esto en el episodio anterior.
«No me arrastres con los impíos
Ni con los que obran iniquidad,
que hablan de paz con su prójimo,
mientras hay maldad en su corazón.
Dales conforme a su obra y según la maldad de sus hechos;
dales conforme a la obra de sus manos;
págales su merecido.
Porque no tienen en cuenta los hechos del Señor
ni la obra de Sus manos,
Él los derribará y no los edificará». (vv. 3–5)
Por cierto, esa es una advertencia. Debería serlo para todas las personas del universo. Si no consideramos lo que Dios ha hecho o la obra de Sus manos, si no le damos lugar a Dios en nuestras vidas, si no reconocemos Su existencia y Su obra redentora, Dios nos derribará y no nos edificará. Habrá un juicio para aquellos que no consideran al Señor.
Entonces, en estos primeros cinco versículos tenemos clamor y lamentos profundos. David está derramando su corazón ante Dios en una oración desesperada. Y luego, a partir del siguiente versículo, el versículo 6, hay un cambio dramático en todo el tono y el sentimiento de este salmo. Terminamos el versículo 5 con: «Los derribará y no los edificará». Y eso es una advertencia bastante seria, ¿cierto?
Versículo 6: «Bendito sea el Señor, porque ha oído la voz de mis súplicas». Permítanme detenerme allí y volver al versículo 2, donde David oró: «Señor, escucha la voz de mis súplicas». Él oró con fe, y ahora en el versículo 6, él dice: «Él ha oído la voz de mi súplica».
Y así, la oración desesperada se convierte en alabanza desbordante, hasta el punto de que algunos comentaristas de este salmo han pensado que ambas partes no pudieron haber sido escritas por la misma persona o que tal vez sucedió en dos etapas diferentes de la vida.
Pero yo creo que todos entendemos que es completamente posible que aquellos cuyas vidas están arraigadas en el carácter de Dios experimenten tanto un lamento profundo como una alabanza y adoración desbordante, a veces solo con un pequeño espacio de diferencia entre ambas. Puedes tener lamento y pesadez en tu corazón, y al mismo tiempo puedes tener tus manos elevadas al Señor, sin falsedad, simplemente diciendo: «¡Hay gozo incluso en las pruebas!».
Anoche vi esto bellamente ilustrado en un largo texto que recibí de una amiga. Es demasiado largo para leerlo y hay algunos detalles personales que no compartiría, pero les voy a contar un poco sobre lo que dijo, mencionaré algunas citas reales de su texto.
Ella me dijo que estaba enfrentando «tormentas oscuras y tumultuosas» en su vida. La conozco desde hace varios años y he caminado con ella a través de algunas de esas tormentas. Ella ha orado por su esposo durante décadas y dijo: «He soportado un gran dolor por sus adicciones».
También ha experimentado angustia por sus hijos, diferentes tipos de situaciones, algunas como resultado del estilo de vida del padre, y otras no tienen relación con ello. Pero ella dice: «He conocido el impacto de la muerte repentina de miembros de la familia».
Y añadió: «Esperé junto a la cama de otro miembro de la familia que luchaba contra el cáncer hasta que dio su último aliento». Ella simplemente estaba catalogando algunas de las cosas por las que ha pasado. Recientemente, experimentó otra gran pérdida, que en cierto modo ese era el motivo de por qué me escribía.
Pero en medio de todo esto (era un texto largo) ella habló de adoración, de bendecir al Señor, de esperanza, de gozo. Y me escribió esta frase: «¡Mi Salvador es tan real como este dolor! Y así como ha sido fiel un millón de veces en la vida de mi familia, lo será nuevamente».
¿Puedes ver aquí la unión del dolor, el lamento, la tristeza y vivir en este mundo quebrantado y pecaminoso, con el gozo en la presencia de Cristo, con la fidelidad de Dios? Él es tan real como este dolor. «Ha sido fiel un millón de veces en la vida de mi familia, [y la esperanza y la fe le dicen] que Él volverá a serlo».
La esperanza también mira hacia el cielo, como ella lo hizo. Ella habló del cielo, porque acaba de perder a otro miembro de su familia en una situación trágica. Habló del cielo, del lugar donde no hay más dolor, ni más tristeza, ni más lágrimas. Entonces podemos mirar hacia el futuro. Pero incluso en el momento de lamento, puede haber gran gozo y alabanza.
Entonces en el versículo 6 David recurre a la alabanza, porque Dios ha escuchado y ha respondido su súplica. Y nuevamente, refiriéndome a Charles Spurgeon (a quien yo llamo «mi amigo, Charles Spurgeon»). Él dice sobre este pasaje:«Aquellos que oran bien, pronto alabarán bien». Y lo que vemos es que Dios estaba escuchando la oración de David, incluso cuando no parecía que lo estuviera haciendo.
Así que al inicio David dijo: «Escucha la voz de mis súplicas. ¡No guardes silencio! ¡No hagas oídos sordos!». Pero ahora dice en el versículo 6: «Él ha oído la voz de mis súplicas». Es un recordatorio de que nuestras oraciones no son en vano. ¡Dios está escuchando!
Tengo una amiga que se llama Stephani, y su familia ha pasado por algunas aflicciones, la pérdida de un hijo joven y algunas situaciones dolorosas. Y hemos compartido mucho a lo largo de la vida e incluso trabajamos juntas en el mismo ministerio por más de cuarenta y tres años.
Crecimos juntas, ahora envejecemos juntas. Ella ha tenido esta carga, al igual que yo, de que Dios envíe avivamiento a nuestras iglesias y a nuestra nación. Ella no ha dejado de orar, no ha dejado de clamar a Dios.
No podrías hacer esto durante décadas si no creyeras que realmente hay un Dios que escucha, que se preocupa y que, eventualmente, a Su tiempo y a Su manera, responderá esas oraciones. ¡Nuestras oraciones no son en vano!
Así que llegamos al versículo 7, que es una declaración de fe nacida de la experiencia y de la historia de David con Dios, la fe en Sus promesas. Él dice: «El Señor es mi fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido».
Entonces David está diciendo: «Creo que eres quien dices ser, a pesar de que este mundo está tan desordenado. Mi mundo está tan desordenado, hay tantos problemas» pero dice, «el Señor es mi fortaleza y mi escudo. ¡Confío en Él!»
Ahora bien, no es que ya no haya malvados, de los que habló en la primera mitad del salmo. ¡Todavía hay malhechores!, y siempre los habrá hasta que Jesús venga y ocupe el lugar que le corresponde como Gobernante y Rey sobre el cielo y la tierra.
Pero aquí se puede percibir que David ha entregado esos malhechores al Señor. Él confía en que Dios hará lo correcto. Y así, David no tiene que vivir en perpetua confusión por la maldad en este mundo. Él puede estar en paz, en reposo.
Creo que es una buena palabra para nosotras que vivimos en estos días tan problemáticos. ¡El solo ver las noticias algunos días puede hacer que tu presión arterial suba! Solemos pensar «¡Espera!, ¡espera! Esto está muy mal. ¡No, no, esto no puede ser verdad!». ¡La gente está hiperventilando su pecaminosidad, pero luego nosotras comenzamos a hacer lo mismo: a hiperventilar en nuestra reacción a su pecaminosidad!
David está rodeado de malhechores, de problemas en el mundo. Pero en medio de todo esto, hay una confianza: «El Señor es mi fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido» (v. 7).
La palabra «corazón» aparece tres veces en este salmo. En el versículo 3 dice un «corazón malvado». Ahora, en el versículo 7 tenemos un «corazón confiado». En el siguiente versículo, el versículo 8, que veremos mañana, vemos un «corazón agradecido».
A menudo le pregunto a las personas que conozco que están pasando por algún dolor intenso, pasando por cosas difíciles, les pregunto: «¿Cómo está tu corazón?» Le envíe un mensaje de texto a una amiga preguntándole: «¿Cómo está tu corazón hoy?». Sé que está sufriendo ya fuera por alguna enfermedad física o alguna situación en su familia: «¿Cómo está tu corazón?».
Nuestros corazones pueden volverse corazones malvados. En medio del sufrimiento, podemos reaccionar, estar a la defensiva y resentirnos. ¡Y no queremos un corazón malvado! David dijo: «Mi corazón confía en Él». Quiero un corazón confiado porque «el Señor es mi fortaleza y mi escudo», incluso cuando la maldad abunda a nuestro alrededor.
Vemos en este pasaje que tenemos un Dios poderoso y salvador que siempre está actuando a favor de Su pueblo. El Señor es «mi fuerza». El Señor es mi fortaleza; Yo soy débil, pero Él es fuerte. Probablemente he dicho esto miles de veces a lo largo de mi vida cristiana, y ciertamente a lo largo de los veinte años de este ministerio: «Yo soy débil, pero Él es fuerte».
Soy débil. Esto es lo que siento la noche antes de una sesión de grabación. Yo siento que: «Esto no está saliendo bien. ¡No sé cómo lo haré! Soy débil, pero Señor, Tú eres mi fuerza. ¡Tú eres fuerte!».
Podemos estar en una situación familiar, laboral o en nuestro vecindario, o tratamos de ayudar a alguien que realmente no quiere ayuda, o lo que sea. Piensa en las circunstancias que te preocupan y luego recuerda: «¡Soy débil, pero el Señor es mi fuerza!».
Él me da fuerza en la batalla. Él siempre está actuando poderosamente a nuestro favor. La batalla no es nuestra.
La semana pasada tuve una conversación con una mujer que realmente está luchando con algunas cosas en su ambiente de trabajo, y ella simplemente se desahogó y compartió conmigo lo que estaba pasando. Yo no estoy ahí. No tengo el control de nada de esto y no puedo arreglar nada; no puedo cambiar nada de eso. Oré con ella, esto es lo que sé: Dios se mueve. E incluso mientras orábamos, Dios se estaba moviendo en esta situación, lo cual descubrimos más tarde.
Pero lo primero que le dije después de que ella derramara su corazón sobre todas las maldades que estaban ocurriendo a su alrededor fue: «Recuerda, tú no eres el Salvador. No depende de ti arreglar esto. No depende de ti cambiarlo. Solo hay un Salvador, y Su nombre es Jesús, por lo que esta carga no recae sobre tus hombros».
Ahora, es cierto que tenemos cargas, pero seguimos llevando esas cargas al Señor, ¡cuyos hombros son lo suficientemente grandes para gobernar el mundo! Mis hombros no son lo suficientemente grandes para soportar ni siquiera mi pequeño mundo, y mucho menos el mundo entero.
Así que, cuando veas las noticias, cuando estés lidiando con un miembro rebelde de tu familia, cuando estés lidiando con una situación difícil en tu lugar de trabajo o en la iglesia o donde sea, recuerda: «Mis hombros no son lo suficientemente grandes para esa carga, pero los Suyos sí lo son. Yo no soy lo suficientemente fuerte para soportar esto, pero Él sí lo es. No soy lo suficientemente poderosa para salvar a las personas ni a mí misma de esta situación, pero tenemos un Salvador. Yo no soy el Salvador, Él lo es. Él es mi fortaleza».
Y luego David dice: «El Señor es mi escudo. Él me defiende de los ataques de mis enemigos». Él me protege y Él me preserva en la batalla.
Nuevamente, citando a Charles Spurgeon, él dice:
«El guerrero cristiano, resguardado detrás de su Dios, está mucho más seguro que el héroe cubierto con su escudo de metal y su espada de acero».
El Señor es mi escudo. Entonces, David dice, «El Señor es mi fortaleza y mi escudo; mi corazón confía en él, y soy ayudado» (v. 7).
Al repasar este año que termina, ¿cómo ha sido el Señor tu fortaleza cuando has sido débil? ¿Cómo ha sido Él tu escudo cuando estabas en medio de la batalla? ¿Cómo has confiado en Él? ¿Cómo te ha ayudado? Piénsalo. Toma, tal vez, un momento después de este programa para reflexionar en estas preguntas.
Mirando el año en retrospectiva: «¿Cómo ha sido el Señor mi fortaleza? ¿Cómo ha sido mi escudo? ¿Cómo he confiado en Él? ¿Cómo me ha ayudado?». Porque recordar lo que Él ha hecho nos ayudará a enfrentar el año que está por comenzar, recordar que Él seguirá siendo mi fuerza y mi escudo para cosas que no tengo idea que están por venir. ¡Confiaré en Él y Él me ayudará!
Tal vez estés familiarizada con este antiguo himno; lo cantábamos cuando yo era pequeña y ya no lo cantamos tanto como antes. Fue escrito en un tiempo de angustia en el que una madre y su niña pequeña y el padre estaban de vacaciones en la playa y veían cómo alguien se ahogaba.
Bueno, el esposo entró corriendo al agua para intentar salvar a la persona (a quien ni siquiera conocía), a la persona que se estaba ahogando. Pero el esposo se ahogó en el proceso, y la madre y la niña observaron cómo sucedía. De esa tragedia indescriptible surgió este himno tan conocido.
¡Oh, cuán dulce es fiar en Cristo,
Y entregarse todo a Él;
Esperar en Sus promesas,
Y en Sus sendas serle fiel!
Jesucristo, Jesucristo, ya tu amor probaste en mí.
Jesucristo, Jesucristo,
Siempre quiero fiar en Ti.
Siempre en Ti confiar yo quiero
Mi precioso Salvador;
En la vida y en la muerte,
Protección me dé Tu amor.
(«Oh, cuán dulce es fiar en Cristo», de Louisa M. R. Stead)
Espero que recuerdes este himno al recordar este año que termina y también al ver el año que viene, porque de principio a fin, la vida cristiana es una vida de fe. ¿Necesitas más ayuda? Entonces pídele a Dios más fe. Clama al Señor y confía en Él, porque el salmista dice: «¡Mi corazón confía en Él y soy ayudado!»
Él ayudará. Él vendrá a Su tiempo y a Su manera, y de maneras en las que tal vez ni siquiera te des cuenta de que te está ayudando. Mientras confías en Él, Él será tu fortaleza. Él será tu escudo. ¡Él será tu ayuda!
Y luego David dice: «Por eso mi corazón se alegra» (v. 7). Algunas de sus traducciones dicen: «¡Mi corazón salta de alegría!», o «¡Mi corazón se regocija grandemente!». Esa es una palabra fuerte que se usa aquí. «. . .y le doy gracias con mi cántico» (v. 7).
¡Dios es un gran Dios! Él es una fortaleza. Él es un escudo. Él es un Dios que ayuda y Él es un Dios que escucha. Es digno de que nos regocijemos mucho en Él. Y David lo que dice es: «¡Estaba en gran necesidad! Clamé al Señor, Él me escuchó. ¡Confié en Él, Él me ayudó!». ¿Y qué sigue? «Lo alabaré. ¡Mi corazón celebra! ¡Le daré gracias con mi cántico!».
Warren Wiersbe dice en su comentario sobre este salmo:
«¡Levanten sus manos al Señor en súplica y expectación, y pronto las levantarán en júbilo y celebración!».
Levantamos nuestras manos en oración, anhelando. «¡Señor, te necesitamos, te necesitamos, te necesitamos! ¡Ayúdanos, Señor! ¡Por favor escucha!». Y luego, con el tiempo, levantamos nuestras manos en celebración y júbilo.
Pero ¿con qué frecuencia nos olvidamos de decir «gracias»? Olvidamos agradecer. Es fácil recurrir a Él cuando estamos angustiadas y luego olvidamos agradecer por Sus respuestas. Entonces, te pregunto, ¿qué oraciones has visto a Dios responder este año? Medita en eso.
¿Dónde has visto a Dios mostrarse poderoso a tu favor? ¿Dónde lo has visto aparecer cuando no tenías ni idea de lo que iba a suceder? ¿Te has acordado de bendecir al Señor y de darle gracias?
Salmos 103 dice:
«Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser Su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de Sus beneficios.
Él es el que perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus enfermedades;
El que rescata de la fosa tu vida…» (vv. 1-4)
Eso fue lo que David oró en el Salmo 28: «¡No me dejes descender a la fosa!» (v.1).
«… El que te corona de bondad y compasión» (Sal 103:4).
No te olvides de celebrar; ¡No te olvides de dar gracias! David dice: «Le doy gracias con mi cántico» (Sal 28:7). Los cristianos deberían ser personas que cantan. Deberíamos ser personas que cantan en la iglesia. Hoy en día hay muchas iglesias, afortunadamente no todas, pero sí muchas, donde las únicas personas que realmente cantan son las personas que están arriba en la plataforma.
De ahí proviene gran parte del sonido y el canto, pero luego miras a tu alrededor y ves… Ahora, en ocasiones es porque no estamos familiarizadas con la letra, o a veces es porque está en un tono alto y no podemos cantar.
Creo que hoy en día se escucha más la música y nos hemos conformado con escuchar a otros interpretar la música, los himnos, las canciones. Pero hay algo muy participativo en el canto, como lo vemos en las Escrituras. Y no hablamos solo de un canto que te haga despertar buenos sentimientos; eso a veces se confunde con «adoración» en algunas de nuestras iglesias o de nuestras reuniones.
¡Nosotros como cristianos tenemos motivos para cantar! Tenemos la teología y nos hemos rendido al Señor, lo que nos da el corazón, la esencia de por qué cantamos al Señor. Y vemos este concepto muchas veces en las Escrituras. Permíteme leer solo algunos de los versículos.
Éxodo 15, comenzando en el versículo 1, después del cruce del Mar Rojo. Dice:
«Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico al Señor, y dijeron:
“Canto al Señor porque [y hay una razón] ha triunfado gloriosamente;
Al caballo y a su jinete ha arrojado al mar”».
Salmo 95, comenzando en el versículo 1:
«Vengan, cantemos con gozo al Señor,
Aclamemos con júbilo [ese es mi tipo de cántico]
a la roca de nuestra salvación.
Vengamos ante Su presencia con acción de gracias;
Aclamemos a Él con salmos.
Porque Dios grande es el Señor,
Y Rey grande sobre todos los dioses» (vv. 1-3).
Salmos 98, versículo 1:
«Canten al Señor un cántico nuevo,
Porque ha hecho maravillas,
Su diestra y Su santo brazo le han dado la victoria».
Salmo 105, versículo 2 (espero que ya estés convencida de que necesitamos cantar):
«Cántenle, cántenle;
hablen de todas Sus maravillas».
¡Cantamos para recordarnos a nosotras mismas y recordarles a los demás acerca de las obras maravillosas que el Señor ha hecho y para animarnos unos a otros! En el Nuevo Testamento, Efesios 5, versículos 19-20:
«Hablando unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando con el corazón al Señor, dando gracias [y nota como, canto y acción de gracias van de la mano] siempre por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo».
Santiago 5:13:
«¿Sufre alguien entre ustedes? Que haga oración. [Vimos eso en la primera mitad del Salmo 28, ¿recuerdas?] ¿Está alguien alegre? [¿Alguien ha sido bendecido, alguien ha sido ayudado por Dios, quien es su fortaleza y escudo?] Que cante alabanzas».
¡Canta alabanzas! Y luego en Apocalipsis 15:3, en la visión de Juan donde él vio a los santos en el cielo que habían derrotado a la bestia, el máximo malhechor, y estos santos en el cielo, dicen:
«Cantaron el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero».
Ellos estaban celebrando la liberación de Egipto y a través del Mar Rojo; celebrando la liberación del pecado y de Satanás, que es la liberación suprema. ¡Cantaron acciones de gracias! ¿Cuán grandes son las bendiciones de Dios en tu vida? ¡Cuéntalas! ¡Da gracias por ellas! Cántale alabanzas.
Escucha, cuando hablo con la gente o conmigo misma (porque hablo conmigo misma algunas veces), cuando hay momentos de desánimo, desesperación o desaliento, hay dos cosas que les digo a las personas durante años y años. Y parece que es una respuesta fácil, pero quiero decirte que ¡hace una gran diferencia! Una es memorizar y recitar la Palabra de Dios.
Llevo todo el año meditando en este salmo y está estallando en mi corazón. Está haciendo maravillas en mi corazón. Está limpiando, lavando, renovando y dándome gozo en los momentos difíciles. Así que, recita las Escrituras.
Y la otra cosa es cantar al Señor. Recuerdo una vez cuando iniciamos Aviva Nuestros Corazones quefue difícil; yo sentía que me estaba ahogando. Estaba haciendo cosas anticipadamente. Recuerdo haber abierto mi himnario en el himno que se titula «Dulce comunión» de Elisha A. Hoffman.
«No hay que temer, ni de qué desconfiar…». Canté las tres o cuatro estrofas entre lágrimas. Sollozando. ¡La gente probablemente ni siquiera habría reconocido ese himno! Pero canté estas palabras hasta que mi corazón se calmó, hasta que mi corazón se tranquilizó. ¡Cantarle al Señor es algo tan poderoso! Así que canta al Señor.
Entonces, en este año que viene, todas enfrentaremos pruebas, lágrimas y dificultades. ¿Qué hemos visto hasta ahora sobre esto en el Salmo 28?
- Mira al cielo y clama: «¡Oh Señor!».
- Ora para que el mal sea vencido, comenzando por tu propio corazón y luego en nuestro mundo.
- Está atenta constantemente a las misericordias de Dios.
- Confía en Sus promesas, confía en Su carácter. «El Señor es mi fortaleza y mi escudo». Confía en Él para que te ayude.
- Dale gracias.
- ¡Y canta!
No puedo evitar mencionar un himno más, un himno de Charles Wesley, «Regocíjate, ¡el Señor es Rey!».
«Regocíjate, el Señor es Rey
A tu Rey y Señor adora
Regocíjate, da gracias y canta
y triunfa para siempre
Alza tu corazón, alza tu voz [Podríamos decir: «Levanta tus manos»]
Regocíjate, otra vez digo, regocíjate».
Débora: ¡Espero que el Salmo 28 cobre vida para ti de nuevas maneras! Nancy DeMoss Wolgemuth volverá enseguida para orar. Pienso que regocijarse en medio de dificultades severas es una de las formas más puras de adoración.
Mira a Job, quien experimentó pérdidas catastróficas, incluida la muerte de sus hijos. ¿Cuál fue su respuesta? «El Señor dio, y el Señor quitó; Bendito sea el nombre del Señor» (Job 1:21). ¡Wow! Desearía tener ese tipo de respuesta reflexiva inmediata, ¿tú no? ¡Oh Señor, hazlo realidad en nosotras!
Mañana, Nancy cerrará nuestro año con una oración y bendición del Salmo 28. Regresa con nosotras aquí, a Aviva Nuestros Corazones. Ahora, Nancy nos acompaña para cerrar en oración.
Nancy: Así que, Señor, mientras estamos en este punto en el que pasamos de un año a otro, no creo que esto sea gran cosa para Ti. Pero lo es un poco para nosotras porque tomamos un tiempo para reflexionar.
Te damos gracias, Señor, porque has sido nuestra fortaleza. Has sido nuestro escudo. Nos has ayudado cada vez que hemos confiado y que confiamos en Ti. Nos has ayudado en momentos en los que ni siquiera confiábamos en Ti, y ni siquiera nos dimos cuenta de que nos estabas ayudando, pero lo hiciste. Y por eso decimos: «¡Bendito sea el Señor! ¡Bendecido sea Tu Nombre! Eres grande; eres bueno; ¡Y estás atento a nosotras! Te alabamos; queremos entonar cantos de gratitud a Ti».
Mientras enfrentemos el año que viene con lo que sea que traerá, sé que algunas mujeres que nos escuchan se encuentran en una situación difícil y complicada en este momento, por lo que necesitan escuchar esto ahora. Algunas de nosotras estamos bien en este momento, pero dentro de unos días, semanas o meses, necesitaremos recordarlo: «El Señor es mi fortaleza, mi escudo. ¡Confío en Él y soy ayudada, por eso mi corazón celebra y le doy gracias con mi cántico!».
¿Podríamos unirnos a cantar una vez más ese coro?
«Siempre en Ti confiar yo quiero,
Mi precioso Salvador».
Y eso es mirando hacia este año que hoy termina y hacia al año nuevo que comienza:
«En la vida y en la muerte,
Protección me dé Tu amor».
Débora: Amén, muchas gracias Nancy, por esta hermosa oración y este gran recordatorio.
Y hermanas, el 2024 está a un día de terminarse, espero que el Señor te haya concedido probar Su fidelidad y cuidado. Antes de que termine este año, queremos animarte una vez más a considerar qué plan de lectura bíblica anual harás este próximo 2025. Creemos que la Palabra de Dios es luz que ilumina nuestro camino y nos guía hacia Cristo. Ser intencionales en conocer a nuestro Señor a través de Su Palabra este próximo año es una de las mejores cosas en las que nos podemos invertir.
Aviva Nuestros Corazones cuenta con 2 planes de lectura de la Biblia en un año, «Mujer Verdadera 365 canónico» el cual consiste en leer toda la Biblia en el orden en que está escrito el canon y «Mujer Verdadera 365 cronológico» el cual consiste en leer toda la Biblia según el orden en el que se dieron los hechos históricamente. Y queremos compartir contigo que el plan de lectura MV365 cronológico tendrá una serie de nuevos recursos gratuitos que no te puedes perder.
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Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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